23 de Julio 2011
Salimos a las 5:30 del hotel, con una niebla que no nos deja ver dos pasos por delante de nosotros. Nos dirigimos a la estación a coger un autobús de una hora de duración, que nos lleva a Abu Road. Aquí montamos en otro dirección a Jaisalmer, este es todo lo contrario a un auto-pullman de de lujo, y solo pasamos 10 horas en él. En todo este trayecto nos da tiempo a parar unas 15 veces, observar cómo se nos cruzan rebaños de cabras, vacas, búfalos… y disfrutar de adelantamientos al más puro estilo Karthikeyan.
Pensando que habíamos pasado lo peor, y llegados a nuestro destino, nos vemos acosados por innumerables rickshaws, para que vayamos a su hotel. Al final nos decidimos por el Tokyo Hotel.
Jaisalmer se encuentra situada a 150 km de la frontera con Pakistán. La columna vertebral de esta ciudad es un fuerte que la vigila desde lo más alto. Sus estrechas calles, templos y tiendas le dan un toque pintoresco, y su calor nos recuerda que estamos muy cerca del desierto.
Uno de los días disfrutamos de una auténtica experiencia india, que no es otra que ir tres en moto. Cool Rahul, un chico indio, es el que nos lleva a un lugar, desde el cual contemplamos el fuerte y la ciudad a su alrededor. Aquí también conocemos a Eugene, un japonés de 1´90 y con el pelo naranja, simpático como él solo.
Después de divagar varios días, sobre hacer o no el safari en camello para ver la puesta de sol en el desierto, concretamos unas condiciones con el dueño del Tokyo Hotel. Pronto nos damos cuenta, que esto no iba a ser como nos habían dicho. Primero salimos una hora tarde, después dos chicas japonesas, que nos iban a acompañar, se convierten en un chico japonés que casualmente es Eugene, el agua congelada prometida, parece salida de un geiser, la fruta fresca…mejor ni comentar, cuando ni los camellos se la comieron.
Visto que las cosas no eran como decía el señor Raju, vigilamos el cuenta-kilómetros. Supuestamente nos llevan a unas dunas a 70 km, pero a los 35 km y antes de pasar una barrera, nos paran. Nos dicen que es el primer punto de la visita. Montamos en camello y empieza el auténtico timo. El camellero nos dice que estas son las mejores dunas, y nosotros que queremos ir a 70 km.
Tras varias discusiones vía teléfono móvil con el señor Raju, pedimos al camellero que nos devuelva al coche, dispuestos para ir a nuestro destino. Este se niega, dice que no podemos pasar la barrera por motivos de seguridad con la frontera de Pakistán, cosa que es totalmente falsa porque vemos una gran cantidad de autobuses turísticos pasándola.
Al final vemos la puesta de sol, pero no en las dunas. Volvemos a Jaisalmer a cenar y beber unas cervezas, mientras contemplamos el cielo plagado de estrellas.
A la mañana siguiente abandonamos el hotel, no sin antes pelear un descuento con el señor Raju, tras 10 minutos de lucha verbal, conseguimos lo que queremos y nos largamos. Pasamos la mañana en un restaurante esperando a nuestro tren a Jodhpur, que sale a las 17:15, aquí conocemos a Mary, una chica de Francia de 20 añitos, que entre otras muchas aventuras de su vida nos cuenta que ha llegado desde Pushkar en caballo, después de 12 días.
Cinco horas nos separan de la ciudad azul. Las 22:30 es la hora de nuestra llegada. Recomendados por Eugene, vamos a la Blue Guest House, situada en Moti Chowk, centro de la ciudad, aunque es difícil decirlo, cuando estás sumergido en un laberinto de callejuelas.
Visitamos Meherangarh (Fuerte de Jodhpur). Incomprensiblemente conseguimos llegar hasta arriba sin pagar. La belleza de las vistas que este fuerte nos proporciona es indescriptible.
Todavía fascinados por la magnífica panorámica, visitamos la torre del reloj y un par de lagos situados en una haveli, con el fuerte de fondo.
Los demás días nos los tomamos con bastante tranquilidad…no puede ser de otra manera, seguimos en Rajastán y el calor sigue siendo asfixiante. Pasamos buena parte de las tardes y las noches fuera de la habitación, donde conocemos gente de Indonesia, Holanda, Israel, Francia.
31 de Julio nos esperan 17 horas de tren a Mumbai"Para que triunfe el mal solo es necesario que los buenos no hagan nada"
--Edmund Burke--